¿Porqué un podcast?

Por si me quedaba algo de tiempo libre, y algún recoveco de las comunicaciones sin tocar, decidí comenzar mi propio podcast. Como muchos conocen, soy una chica sumamente inquieta y no me puedo quedar trabajando un sólo proyecto a la vez, que tragedia ¿no creen? Soy una workaholic por naturaleza, que me motiva a crear más y siempre estar en modo creativo para dejar fluir buenas ideas y abrirme a nuevas oportunidades. Así es que prepárense, y pónganse el seatbelt, que esto viene bueno y ustedes me van a acompañar.

Cuando chiquita, siempre fui marginalizada por mis ganas de hablar y expresarme. Llegaban las notas del semestre a mi casa, y aunque mis notas eran muy exitosas y demostraban el empeño que tenía por tener buenas calificaciones, siempre estaba el comentario al final de la hoja que leía “Muestra buenas capacidades de retención y participa mucho en clase; necesita trabajar el enfoque, habla mucho con los compañeros.” Hello! ¿Cómo se supone que yo observe algo y no pueda entrevistar a cada uno de los compañeros sobre sus opiniones subjetivas y hacer un análisis comprensivo con la chica que me peinaba el pelo sentada detrás mío, y que decía que ella tenía más Barbies que yo y que su papa era astronauta? ¡Si es imposible! Las reglas del salón de clase se me quedaban chiquitas; llevo practicando el método científico toda la vida y ni me lo reconocían. Y es por eso que mi familia me dió el título de la enemiga del silencio.

Mi parte favorita de los podcasts es la libertad de expresión. Claro, todos somos libres a decir lo que sea que quieran decir, y en donde lo quieran decir. Pero, en otros medios de comunicación tradicionales uno cuenta con ciertas regulaciones que tiene que seguir si no quieren una fantástica multa. Como diría un cupon al que le tenías mucha estima, “ciertas restricciones aplican”. Este podcast nace con el propósito de regar la voz y las experiencias de mujeres con un mensaje, propósito, y una historia que el mundo necesita escuchar – SIN CENSURA, que es la parte que más me importa. Que sea un entorno cómodo, amigable, tranquilo, y con espacio para todas las frases controversiales y todas las palabras “malas” que ellas quieran decir. Yo no, yo soy una niña buena, eso lo sabes tú.