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No te haces una idea, de todas las ideas que tengo.

· Pero por un café, estoy dispuesta a contarte. ·

Date
Feb, 19, 2025

Escribir es como montar en bicicleta, excepto que no te caes, ni te rompes un hueso cuando no funciona, ni tienes que practicar mucho, ni pierdes la capacidad si lo dejas un tiempo. En realidad, escribir no es nada como montar en bicicleta. Bienvenidos a mi blog.

Llevaba unos meses sin escribir un blog. A veces siento que, cuando paso mucho tiempo sin escribir algo creativo, sin fines de lucro, sin deadlines, por puro placer, es como ir al psicólogo después de meses de trabajar tus traumas solo para decirle que volviste a hablarle a tu ex. Juzgada, estúpida, derrotada, sin ideas… pero escuchada y comprendida.

Así que me aventuré a darle otra vuelta a esto del blog, luego de meses escribiendo textos sin mucho sentido for the love of SEO (Search Engine Optimization) para múltiples clientes. Y me di cuenta de que mi laptop no puede decirme nada. Ni si el escrito está bueno, ni si no califico para escritora, ni si mi blog de pensamientos random tiene posibilidad de viralizarse. Somos solo tú, yo y la vergüenza aquí.

A veces me pregunto cómo fue la interacción de la primera persona que se hizo copywriter para venderse como buen candidato. No tenía portafolio, no tenía LinkedIn, solo un baúl de ideas y la capacidad de decir: “Sé que tú también sabes escribir, pero yo lo digo mejor que tú”. Groundbreaking. Eran tiempos más simples, con menos tráfico y sobreestimulación mental, pero en los que bastaban las ideas. Ideas tengo muchas, y eso a mí me basta.

Cuando trabajas en industrias creativas y de comunicación, es muy fácil (y muy conveniente) poner tus propios proyectos en segundo plano. Y luego, cuando todos los clientes quedan satisfechos, todos los posts están publicados, todas las ideas están quemadas… ya no queda ninguna para ti.

Quizás por eso escribir se siente tan distinto a montar bicicleta: porque cuando dejas de hacerlo por mucho tiempo, no solo pierdes la práctica, sino que también pierdes las ideas.

Así que hoy aprovecho este corrientazo de energía y cafeína para anotar todas las ideas que aún me quedan. A ver si, cuando encuentre el impulso y el tiempo, todavía siguen ahí. Y si no, ya aparecerán otras—como el WiFi en un café lleno, que puede fallar, pero nunca desaparece del todo.

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