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Me quedo en Puerto Rico

· A la hora de la verdad, hay una sola opción a la hora de escoger tu universidad: la que te haga feliz. ·

Date
Apr, 02, 2019

Al leer el título de mi nuevo escrito se te cae la quijada al piso. Evidentemente, sí, mi decisión es la que recalca las letras en “bold” que residen sobre mi nuevo artículo y secuencia de mi pensar. Generación tras generación, y diplomas tras diplomas colgados en la pared, la universidad ha sido el colmo de la esclavitud en la escuela, “tienes que entrar en una buena universidad” era lo que deletreaban mis notas al final del semestre. Siempre recuerdo que al sacar buenas notas, mis abuelos me otorgaban unos 20 dólares y el muy honrado y esperado: “Con estas notas, va a llegar a Harvard.” Nunca quise ir a Harvard verdaderamente, ni a un Yale, ni Princeton, y mucho menos una universidad en la plenitud y el resonante silencio de Pennsylvania.

Durante mi primeros 2 años de la escuela superior, la sociedad me conmovió a la tendencia de irme a una universidad en los Estados Unidos, sea por moda, porque los chavos crecen en los árboles, o porque los bachilleratos en Puerto Rico “no sirven” y me tengo que ir a un sitio remoto para tener un “buen bachillerato” que muchas veces escuché en reuniones familiares y de personas a las cuales nunca pedí su opinión. Antes de que pares de leer mi artículo porque te sientes atacado o aludido, te digo desde el fondo de mi corazón que no tengo nada en contra de las personas que quieren estudiar fuera ni de las universidades en los Estados Unidos (ambos de mis papás estudiaron fuera) e incluso solicité a cuatro universidades en Nueva York (to keep my options open) y fui aceptada en tres de ellas, así es que la decision de quedarme es mía mía, y te explicaré el porqué. 

Yo nací en Puerto Rico, y mis papás lo quisieron así. En esta misma tierra di mis primeros pasos, aprendí las vocales, y descubrí que ni a mi ni a mis caderas les gustaba el ballet. Aquí jugué en mi vecindario, y me caí de la bicicleta, y crecí alrededor de vecinos que llamo familia, porque de eso se trata Puerto Rico – aquí todo el mundo es primo de todo el mundo.

Puerto Rico me educó por casi 15 años, y cuando la cosa se puso difícil y necesitaba apoyo, ahí estuvo la isla para enviar sus oraciones y motivarme a seguir luchando. Puerto Rico me ha dado oportunidades de crecer y trabajar que en otros lugares a mi edad, tal vez no hubiesen sido posibles. Me ha regalado las pecas y la arena que se mete en el short de playa que trae la costa a mi casa. Sin embargo, por un momento fugaz, sentía que algo en el mundo me motivaba a escaparme de aquí. ¿El “college-shaming” tal vez?

Para el chinchorreo, el party, para coger sol, para ir ziplining, para surfear, para comer; Puerto Rico lo hace mejor. Pero si tan bien lo hace todo, y tanto gritamos con el pecho hinchao el tan conocido “Yo soy Boricua…” ¿Porqué darle de codo a la increíble oportunidad de quedarme a hacer mi carrera universitaria aquí? La vida me ha brindado pasajes a distintas partes del mundo, por tiempo indefinido: para sanar, estudiar o vacacionar, pero nada iguala lo que es para mí la oportunidad de regalarle algo a Puerto Rico, después de todo lo que ha hecho por mí. Si total, a fin de cuentas, yo soy como el coquí, que  aunque sabemos que puede cantar en otras partes del mundo, es más feliz cantando aquí. 

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