Recuerdo esa primera clase. Yo con unos nervios incontrolables y en mi mente, corrían imágenes de cuan majestuosa me vería dando piruetas en ese tubo. Incluso me recuerdo haberme dicho a mi misma: “¿Te imaginas que este sea tu talento oculto? Chach’ que cool.” Nada que ver. Ese primer día hice 2 vueltas y cuidao’, pero muy orgullosa llegué a casa y le conté a mi mamá de lo empoderada que me sentí cuando las logré.
El “Pole” tiene muchos estigmas y estereotipos que le dan una connotación hiper-sexualizada de lo que es un ejercicio mucho más poderoso y elaborado que levantar pesitas de 30 y hacer 25 push-ups. El pole conlleva gracia, fuerza, y (aunque todavía no la he captado al 100%) mucha flexibilidad. Es decir, haz pesas con el peso de tu cuerpo, mientras imitas el ballet y te tratas de tocar los dedos de los pies – todo en un instante. Pero en el tiempo que llevo cogiendo “pole,” me he dado cuenta de que además de haber adquirido por lo menos un poquito mas de fuerza y coordinación, muchas de las cosas que comparto en ese salón por una hora de clase me las llevo a casa.
En una clase de “pole fitness” se aprende mucho mas allá de piruetas, vuelo, y un “hold”. Al pasar las semanas, comencé a darme cuenta de que mis shorts cada vez eran más cortos, y el miedo enseñar mi barriga iba desapareciendo. Todas las veces me sentía más cómoda, más alegre, y más realizada que la vez anterior. Ahora comparto el salón con todo tipo de personalidad, cuerpo, sexo, y color de piel, donde juntos resolvemos los problemas del mundo y compartimos los logros, las celebraciones, y las angustias como lo que somos, una familia. Admito que cojo alrededor de 7 clases de ejercicio a la semana, y veo las mismas caras; entran y salen sin intercambiar una palabra – y eso nunca lo he vivido en una clase de “pole.”
Hoy, el pole es más que mi workout favorito. Es mi terapia bi-semanal. Los resultados de mi dedicación comienzan a verse, y empiezo a disfrutar los efectos secundarios de los que nadie me habló: un auto-estima fortalecida, un sentido de “sexiness” al que mis amigas gravitan y poco a poco, una por una, van iniciándose en el “culto” y se beben el “Kool Aid”. Para mi, y para muchas de las personas del #polefamily con las cuales intercambio, estamos de acuerdo de que el pole representa a esa persona, y esa energía súper sensual que tanto reprimimos en nuestro día a día. Casi como una cajita que guarda todos los secretos y los deseos que has escondido en tus playlists privados de Spotify (wink, wink).
Y así pues, he decidido residir en la comunidad donde no hay lugar para el body shaming, puedes ser auténtico en tu piel, tus rodilleras, o tus tacones de brillo. Como el universo de Pandora en Avatar, donde dejas tus complejos fuera del salón, te dejas llevar por la música, y con tan sólo un tubo y rodeada de un grupo de amigos, logras sentirte emPOLEderada.
Karen Visaez
Love it! Me encanto! No se si aún puedes editar tu texto pero! Si colocas #polefamilypr en insta encuentras todos los post de todas en la clase <3
montikid@gmail.com
Gracias!! Lo añadí en los tags. Lo añado también dónde lo comparta. <3