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El tiempo es bronce, y la magia sí existe.

Date
Jan, 01, 2019

Al escuchar el famoso conteo regresivo en el bar en donde me encontraba este fin de año, mi mente de escritora comienza a redactar un ensayo en plena fiesta. Mirando las caras a mi alrededor, las risas, las lágrimas, los abrazos, y el famoso beso de la medianoche inauguraron la tesis que hoy, trasnochada, me motivé a escribir. El año nuevo no te cambia, no te renueva, no te rejuvenece, no tiene que ser época de perdonar, ni de reconciliar- es simplemente un período de reconstrucción, y ambiciones quizás cumplidas. No confundan mi sentimiento realista con el pesimismo, porque la persona más idealista que pueden conocer soy yo. Pero ya cuando poco a poco las resoluciones se vuelven menos materialistas, y más “aburridas” por decirlo así, y llenas de perplejo, desamor contigo mismo, y una meta grandiosa que compartes con tus amigos en Facebook para que en tus “memories”, a 6 años de hoy, te recuerdes que todavía estás por cumplirla.  

Me monté en el carro, con el pelo un poco húmedo, y los pies me resentían por haberlos sujeto a tortura con mis tan fabulosos zapatos que quería estrenar. En el camino a mi casa me doy cuenta de que ya era la 1:11 de la mañana. Bajé la mirada del reloj, a mis muslos descubiertos por mi traje corto a ver que todavía tenía los mismos moretones, las mismas marcas, las mismas estrías de hace 5 años atrás. Este sentimiento tan renovador de despedir el año se me vuelve nada. Llegué a mi casa a encontrar el mismo reguero en mi cuarto que dejé mientras me maquillaba y endilgaba para recibir tan esperado 2019. Me puse la misma sudadera que use para dormir la noche anterior y me levanté a darme cuenta que no había puesto mi celular a cargar- como suele pasar. 

No es un sentimiento que atrae lo negativo, sólo uno que recalca la connotación mágica que le hemos adornado a las 12:00 de la media noche. Todos los días tienen unas 12:00 de la noche. Así que, si ya te fallaste hoy, 1ro de enero, tienes las 12:00 para empezar otra vez. No digo que es un día que no incita cambio, sino que lo inspira, y está a nuestra discreción permitirnos el privilegio de cambiar por el bien, porque nuestro año sea un chin-chin mejorcito que el anterior. No tenemos que hacer un listín de resoluciones absurdas, ni cambiar la persona que somos por complacer a los demás; el año es tuyo, es para que hagas lo que tú quieras con él. ¡Si no crees en el festejeo, y la magia del fin de año, sigue siendo tú, otro año más! Si crees, ¿qué vas a hacer para dejar el mundo un poquito mejor de como lo encontraste? Ahora, apaga el celular, o la computadora, y ponte a celebrar la vida y aquellos que te acompañan en esta locura.

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