Es hoy. Es ahora y es aquí que escribo para mí. Sin tema, sin asignación, sin límite de palabras. Sobre todo o sobre nada, escribo para mí… y para tí. Y es que así es mi vida. Impredecible y la combinación perfecta de un poquito de todo. Y cada vez que me preguntan que a qué me dedico, siempre hay algo nuevo para añadir. Nunca he sido el tipo de persona que se enfoca en solo una cosa al momento, porque no me nace ser así.
Sé que mi vida puede parecer una contradicción. Estoy trabajando en muchas cosas que no se relacionan; en un blog hablo sobre moda, maquillajes, y tendencias, mientras en otro hablo sobre el feminismo, y la gente que me inspira. Los sábados salgo de fiesta, los domingos no me quiero levantar de la cama, y de lunes a viernes soy “Senior” full time. Además de mi schedule muy complicado de adolecente, tengo mi trabajo como escritora, y educo sobre las condiciones congénitas del corazón, pero si me sigues, ya eso lo sabes.
Me gusta decir que “sí”. Me encanta decir que si, actually. A veces me frustra de manera increíble que me cuesta tanto trabajo decirle que no a la gente, decirles que no tengo tiempo para hacer algo que me piden, o decirles que al momento no puedo pero en un futuro quizás. Sé que lo puedo hacer todo, o por lo menos eso pienso. Me cuesta mucho no llenar mi agenda al punto de la locura. Siempre tengo algo que hacer, y aunque a veces quisiera sentarme, no pensar en nada y solo tirarme un rato en el sofá, siempre voy a tener algo que hacer y algún deber que no he completado. Y por más que me encantaría liberarme de muchas de mis responsabilidades, me encanta hacer lo que hago. Así que por ahí voy yo, en mi horario de 3-5 de la mañana a arrepentirme de decir que sí, a algo que definitivamente no tenía el tiempo para hacer.
¿Me canso? Sí. A veces dudo de mi misión, y de mi “voz”. Cuando la cosa se pone complicada, y estoy muy estresada, me pregunto porqué hago lo que hago. Los otros días, incluso, le pregunte a mi madre que si ella realmente pensaba que escribir sería mi legado. Algo que me encanta hacer, algo sin lo cual siento que no puedo vivir. Me sentí hasta culpable y asquerosa al permitir espacio en mi mente para esa duda. Con todo el empeño y el amor que le he dado a mi prosa, me es imposible pensar que no llegara a ser eso a lo que dedique el resto de mi vida.
Otras veces me pregunto si yo realmente inspiro a otros, algo que me llena tanto y a lo que me he dedicado en cuerpo y alma estos últimos años, sólo porque en el corre-corre del día a día estoy haciendo tanto, y tengo tanto que hacer que a veces me pierdo, y siento que mi mensaje se pierde conmigo. Pero creo que esa es parte de la magia de haber elegido vivir esta vida a la que tanto le agradezco. Y mientras muchos leen sobre mis triunfos, trato igual de que me vean cuando se me cae la capa y me muestro vulnerable, pues quiero que vean que mientras soy yo, soy como tu también. Ser “normal” es de mis logros más grandes.
He escogido vivir al 1000% y he escogido que mi vida sea un libro abierto y mientras un día te digo que no temas, que seas tú y que no te importe el qué dirán, otro día tal vez me hieran las palabras de alguien que sin mediar consecuencias dio rienda al odio y habló. Un día te voy a decir que la vida es corta que no dejes nada sin hacer, y otro, puede que el agotamiento me alcance, me nuble la vista y me gane la batalla. No es hipocresía. No es una contradicción. Es esta hermosa vida compleja, alborotosa y complicada de muchos sueños y pocas horas en el día, y de quererlo hacer todo a la vez. Es admitir que a veces se vive la ilusión de lo que se quiere ser y hacer y no siempre se logra, porque a veces, tan solo soy.